jueves, 14 de febrero de 2013

Capítulo II. La Entrevista

-¿Eres Carla De Guzmán, de "Aula Magna"?

- No señor, soy Ana Hierro, su compañera de piso. Ella me dijo que fuese a la entrevista al no poder acudir ella por que tenía un examen- dijo Ana, temblorosa. 

Aquello-el examen- era mentira. Lo cierto es que Carla se había emborrachado como una compañía de cosacos la noche anterior en una fiesta Erasmus y había venido a casa a las siete de la mañana colgada del brazo de un sueco que iba tan borracho como ella y con restos de vómito por toda la ropa. Cuando Ana le recordó sus deberes para con el periódico universitario y con Calixto Buey, ella soltó un sonoro "Que le follen al pijo ese" y se puso a jugar al monstruo de las dos espaldas con el sueco, en el salón de casa. Total que allí estaba ella, prendada por Calixto. 

La entrevista transcurrió en  tono amigable. Ana Hierro, estudiante de Periodismo, se caracterizaba por ser una entrevistadora incisiva  pero estaba tan fascinada por Calixto Buey que aquella entrevista transcurrió en un tono amigable y cordial. Calixto Buey, como si de un pavo real fuese desplegó sus encantos ante la impresionable hembra mostrándose como un ejecutivo joven y de éxito. Y a Ana, el chochito le hacía palmas. Los coches de lujo, las mansiones, las anécdotas estúpidas con ministros, famosos e incluso el rey... todo aquello impresionaba a la muchacha y el ego de Calixto Buey crecía. Ya se imaginaba practicando sus retorcidas parafilias con ella y su "anaconda", como si de una criatura antedeluviana que había dormido largos años esperando ser despertada para desatar su ira, se despertaba.

Calixto sabía otra cosa: si quieres volver a ver a una chica, no le des todo en la primera cita. Dale algo que le interese y después planteale el volverla a ver. Ella, que querrá descubrir más sobre el galán misterioso, aceptará en el 99% de los casos. Así que Calixto miró su reloj de bolsillo, miró a Ana y le dijo:

-Lo siento mucho chica, pero tengo ahora una reunión muy importante con un socio de Beijing.

Aquello era mentira. En verdad Calixto iba a su casa, a despedir a despedir a dos becarios que tenía y a hacerse una paja del naúfrago. Pero las palabras "socio" y "Beijing" quedan muy bien.

¡Un tío que hace negocios con los chinos!

-Pero queda la sesión de fotos...-dijo Ana.

-Oh, esta tarde noche, sobre las ocho, pásate por el hotel Eurostars Hotel Real. Vamos a dar los premios de la Fundación Buey, ¿sabes? Estará Juan Carandell, el autor de esas novelas que tanto te gustan.

Calixto guiñó el ojo a la pobre idiota y se marchó de la habitación.

***

Calixto se encontraba en la bañera fumando un puro y bebiendo una copa de brandy. El despido de aquellos dos becarios y la perspectiva de tirarse a la periodista le tenía muy cachondo. Tan cachondo que cogió la cajita blanca que tenía al lado de la bañera y se preparó para disfrutar su naufrago... 

Aquel día prometía